sábado, 19 de febrero de 2011

La materia de los sueños


Ahora, cerca del final de mi formación reglada, encuentro chocante que debamos hacer un esfuerzo tan grande por recordar aquello en que pretendíamos convertirnos cuando empezamos en esto. Me explico. Ser un licenciado superior, por si mismo, no significa gran cosa pero sí nos compromete a algo: haber dedicado prácticamente todo nuestro tiempo a la exquisita tarea de educarnos y formarnos nos obliga, llegado el momento, a empezar a funcionar con la precisión esperada. Cumplir nuestra parte.
Resultaría deprimente descubrir que tras todos estos años consagrados a aumentar nuestras capacidades no consiguiéramos un alto grado de solvencia. Esta palabra, como un conjuro, abre la puerta que nos descubre las cualidades que definen al verdadero hombre y conforman la materia de los sueños: Valor, Libertad, Resistencia.
Un tipo solvente es libre porque sabe que si apuesta y pierde podrá ponerse en pie las veces que haga falta, porque se ha preparado para ello. Sin miedos, sin clichés y sin consolarse porque “las cosas son así”. Nuestros zapatos podrán estar anclados al suelo pero no podemos permitir que nuestras mentes también lo estén.
Si pensamos que un contrato precario, sin más horizonte que esperar el premio de que nos prorroguen la cosa otros tres meses, es lo que nos merecemos, lo habrán logrado: estaremos esterilizados y como Winston en 1984, amaremos al Gran Hermano.