
Hoy he empezado un curso sobre
gestión de calidad de la Laín Entralgo y de momento, no va del todo mal. Creo que el enfoque que debemos dar los médicos a esto está en relación con
nuestra expertise. Me explico: la calidad parece un asunto que interese a los
gestores, a los
jefes y si me apuras a los
políticos. La realidad es que también en nuestro trabajo debe ser clave. ¿Lógico no? Sólo hay que saltar un par de vallas
pseudoéticas y nada prácticas, del tipo:
"Nunca podré considerar clientes a mis pacientes" y volver a hacernos la pregunta.
Calidad es hacer las cosas no sólo bien sino
de la mejor manera posible. Quizá es más llamativo mirándolo por el revés:
los costes de la
no calidad son altísimos. Pensemos en la
fórmula 1: un alerón defectuoso o unos neumáticos inadecuados; La diferencia es
perder o
ganar una carrera. La no calidad significa devoluciones, fallos, imdenizaciones, o sea, perder dinero. En el caso de la
medicina, la NO CALIDAD significa también perder dinero, o sea aumento de costes. Pero no sólo de costes económicos. En nuestro trabajo los
costes intangibles: sufrimiento, tiempo perdido, familias con problemas y los muy
tangibles:
daño y muerte son también consecuencia de la no calidad.
Así que, ya que estamos, vamos a darle un par de vueltas.